RIPOLLET ROCK 2024 – Ripollet – 23/08/2024

Mucho se esperaba de la banda elegida para abrir esta edición del Ripollet Rock pues se trataba de uno de los grupos míticos de la escena catalana de los 80 y que, además, se presentaba, después de muchísimos años, con su formación original, dispuestos a repartir una buena dosis de Heavy Metal clásico interpretando todos sus grandes temas junto con alguna novedad que nos tenían preparada.

He de decir que ADN no tuvo su mejor noche, sonaron desajustados en todo momento, como si les hubieran faltado algunos ensayos, y la voz de Ricard, ataviado con el ya clásico casco y la guitarra customizada con el nombre de la banda, no estaba fina del todo. Pese a una actitud superlativa, una interacción más que notable con el público al que llegaron a hacer organizar un pogo, y unas ganas increíbles de satisfacer a la gente, no cuajaron el mejor concierto de su carrera.

Fueron cayendo uno por uno todos sus clásicos, “Calabuch”, “ADN”, “No Sé”, etc, culminando el concierto con el imprescindible “Bicho Malo” que el público se desgañitó cantando y, finalmente, dejaron satisfecha a la audiencia que es de lo que se trata.

Después de la dosis de nostalgia con que se inició el festival era el turno de la propuesta más extrema de esta edición, los españoles BLOODHUNTER llegaron dispuestos a arrasar y llevarse el gato al agua y a fe que lo consiguieron.

Unos músicos en estado de gracia y una Diva Satánica tocada por el aliento de los dioses del Olimpo dieron un enorme concierto casi al final de la gira de presentación de “Knowledge Was the Price” que llegará a su fin con algunas fechas en Japón y Corea del Sur antes de entrar en estudio a grabar su próximo trabajo previsto para el primer semestre de 2025, y es que BLOODHUNTER es una banda de entidad internacional sin ninguna duda.

Fueron desarrollando su Death Metal Melódico con intensidad creciente, pese a algún problemilla en la guitarra de Guillermo que solucionaron puntualmente, con un sonido más que bueno y montando, en la segunda parte del concierto, un enorme “Wall of Death” que hizo disfrutar de lo lindo a sus fans. Los guturales de Diva Satánica no son de este mundo, es espectacular oírla cantar desarrollando toda su potencia y técnica vocal llegando a notas imposibles y el acompañamiento instrumental, sobre una base rítmica demoledora, destaca por la categoría de sus guitarras enlazando riffs y solos como si no hubiera un mañana.

En definitiva toda una demostración de categoría cuajando un grandísimo concierto que hubiera sido lo mejor de la noche a no ser por lo que vino a continuación.

Los británicos se presentaban como una banda absolutamente desconocida en nuestro país, en sus 15 años de existencia solo los habíamos podido ver unos pocos privilegiados teloneando a Gamma Ray y Serious Black en el 2015 y en una intervención que pasó sin pena ni gloria en el escenario pequeño del primer Rock Imperium.

Solo un puñado de personas sabíamos del enorme potencial de la banda y éramos conscientes de su inmenso talento pero llegaron a Ripollet a sabiendas que esta era una oportunidad de oro que debían aprovechar a fondo; con la mayor producción escénica de su historia, dos bailarinas en las tablas que iniciaron el concierto con una intro a oscuras con luces led en sus manos e interviniendo en varias ocasiones más con ruedas de fuego, un sonido absolutamente espectacular, el mejor de la noche sin ninguna duda, unos músicos con unas ansias superlativas de gustar y de dar lo mejor de sus almas y un Willy que, como Diva Satánica, está tocado por la mano de los dioses dieron el mejor concierto de la noche y, probablemente de los últimos años en el Ripollet Rock.

Sus guitarristas, Fred Thunder y Ryszard Gabrielczyk turnándose para hacer un solo tras otro sobre la potencia rítmica de Paul Miller y Dec Brown, fueron ganando en intensidad y agolpando cada vez más gente en torno al escenario hasta llevarlos al éxtasis con Fred escupiendo fuego por la boca y Willy cantando entre el público o metido entre la tramoya del escenario, moviendo a su antojo a la audiencia haciéndolos cantar y saltar con unos temas que, por si solos, hacen enloquecer al personal y rematando la noche en olor de multitudes con su gran hit “This World Is Burning”.

Sus 50 minutos de show se quedaron muy cortos, a todos nos supieron a poco y los presentes se fueron convencidos que ellos fueron los auténticos Headliners del Festival, muy por encima de Kamelot y que, con 40 minutos más de tiempo hubieran sido absolutamente insuperables.

Visto lo desarrollado por NEONFLY solo puedo decir que esto es su despegue definitivo en nuestro país y que, en muy poco tiempo los veremos en los mayores festivales españoles y haciendo giras en olor de multitudes.

Los cabezas de cartel de la noche eran, con permiso de NEONFLY, los norteamericanos KAMELOT. Su propuesta de Power Metal sinfónico con toques progresivos siempre es eficiente y gusta mucho a un sector muy abundante del público metalero.

Dieron un concierto correcto, en su línea, a estas alturas no hay que descubrir lo que es capaz de dar KAMELOT en directo, pero quizás con un sonido que no terminó de hacerles justicia, demasiado condensado terminaba por hacerse rimbombante en exceso, con unas orquestaciones absolutamente majestuosas que, y siempre desde mi opinión personal, dieron un punto más monótono de lo que debería haber sido a su concierto.

Como ya nos tiene acostumbrados esta banda, llegaban con una corista de lujo más en la interminable lista de grandes voces femeninas que los han acompañado, la suiza Melissa Bonny (Ad Infinitum, The Dark Side of the Moon) que dio el contrapunto perfecto a Tommy Karevik robándole protagonismo incluso, en muchos momentos dado que el estado vocal del sueco no pasaba esta noche por su mejor momento.

Venían inmersos en la gira de presentación de su último álbum “The Awakening” que al día siguiente presentaban en Portugal en el Festival Milagre Metaleiro y del que nos dieron una buena muestra interpretando un buen puñado de canciones del mismo, intercalándolas entre sus grandes clásicos entre los que, evidentemente, no faltó el imprescindible “Karma” y el cierre del concierto en todo lo alto con la mítica “Forever” con su pegadiza melodía coreada a capella por el público antes de dar pase a los bises “One More Flag in the Ground” y “Liar Liar”.

En definitiva un buen show de KAMELOT pese a un sonido lejos de la perfección necesaria para una banda de este calibre y plena satisfacción de todos los fans que vinieron a disfrutarlos.

El cierre del festival, en esta ocasión correspondía a los alicantinos LANDEVIR, con su propuesta musical que algunos califican como Folk Metal pero que a mí siempre me ha sonado a Metal Melódico; en mi opinión no por tener un flautista se te puede calificar de banda de Folk Metal y sino que se lo pregunten a los señores  Ian Anderson y José Carlos Molina.

Esta banda ya se ha convertido en un clásico de la mayoría de festivales españoles y, con cinco álbumes bajo el brazo ya son una banda a tener en cuenta en nuestro país en su estilo. Todos sabemos lo que pueden ofrecer y lo disfrutamos intensamente pero en esta ocasión, debido a problemas técnicos ajenos a la banda, se retrasó demasiado el inicio de su concierto (unos 40 minutos desde el final del show de Kamelot) y esto, junto a lo avanzado ya de la noche (empezaron a tocar casi a las 2:45 de la madrugada) hizo que el público se fuera evaporando y se quedaran escasamente unos cientos de personas para verlos.

Su concierto estuvo muy bien y no faltaron clásicos como “El Espíritu del Viento”, “Reina Alhama” o “Leyendas del Medievo” pero quizás,  y como siempre esto es una opinión personal, en general sonaron excesivamente planos y distantes y les faltó más agresividad e interacción con el público.

Un buen concierto sí, por supuesto, pero no el mejor que les he visto y creo que no merecieron, dada su calidad y buen hacer, terminar tocando ante tan poco público en un festival masivo como es el Ripollet Rock.