ROADBURN FESTIVAL 2024, Tilburg. Día 2 (19/04/24)
DÍA 2, VIERNES 21 ABRIL
Lo primero que pude ver fue la aportación colaborativa que de forma mutua hacían RAGANA & DROWSE, una hábil forma de hacer un híbrido musical de black metal y sonidos indie. El día anterior Ragana, formado por Coley y María ya había tenido ocasión de interpretar un set importante, presentando los temas de su último trabajo “Desolation´s Flower”, y ahora con esta baza, se nos ofrecía la ocasión curiosa de ver por dónde iban los tiros de aquello, pero con un toque de distinción, al ser este un encargo especial que solamente tendría lugar aquí, formando equipo durante este set junto a Drowse, nombre bajo el que se refugia Kyle Bates. Fue un concierto de observación, de atender, que a todo el mundo pilló de forma sorpresiva porque en todos los aspectos se presentaba como rareza experimental con una concentración sostenida, que sin duda invitaba a conocer por separado los caminos sonoros de cada uno de los artistas.
DARSOMBRA, el dúo formado por Brian Daniloski, muy activo en la guitarra, y la cineasta Ann Everton, entregada a un sintetizador y percusiones como también de un pequeño gong que hacía retemblar nuestras conciencias, demostró ganar agilidad en los directos sacándote del letargo que a veces producen sus canciones de estudio. La magia (negra) que ofrecen en vivo viene dada por sus interpretaciones entre penumbras, al tiempo que ambos intercalan sus voces. Mis ojos tuvieron la posibilidad de ampliar la sensibilidad más allá de su música con las proyecciones que se iban dando lugar a sus espaldas. Lo dicho, si en tu casa la música puede hacerte perder la concentración, teniéndoles presentes entregados a tal causa, la cosa cambia en directo, pues consiguen dejarte inmerso en la estructura sonora que van creando, apropiándose de ti como si fuera un hechizo sintetizado.
Me habían hablado de FLUISTERAARS como una atracción que no debía de perderme, y puesto que iban a hacer en esta edición varias actuaciones, no dude en intentar engancharme a la de hoy. La sorpresa trataba de un experimento en escena que poco tenía que ver con la actitud sonora que ellos se gastan en un concierto normal, así que, creo que fue un concierto para los muy fans de la banda. Teniendo unas cintas de magnetofón girando continuamente tras de ellos, fueron intercalando ritmos muy pausados y acústicos. A esta rareza la llamaron “Manifestaties van de Ontworteling”, que para quienes no hablen holandés se traduce como “Manifestaciones Del Desarraigo”, un espectáculo basado en un álbum de paisaje sonoro experimental cuya trama se basa en las tecnologías y comodidades creadas por el ser humano, preocupado sobre todo en poner marcas a la naturaleza y la belleza natural del mundo que nos rodea. Vi parte del show y continué hacia otro salón en busca de más intensidad.
Y así llegué a FUCK MONEY, toda una revolución escénica la de estos tipos de Texas, debido a la manera que tienen de mostrar su ruido industrial, dentro de una órbita punk que tiende hacia límites fuera de lo clásico. Rock de aquella manera muy experimental, fuera de lo común sin tapujos en las letras, críticas, ácidas con una apuesta contestataria y decadente sobre el escenario. Todo fue llamativo, por eso estaban aquí. Engancharon de primeras y no dejaron indiferentes a su público que vino por ellos, o como era mi caso, para descubrir que había detrás de la recomendación transgresiva por parte de la organización del festival. Fue un acierto el de dejarme llevar más allá de lo desconocido.
Y de nuevo frente al magnetismo de MAT MCNERNEY, conocido como “Kvohst”, y que fue el epicentro de una nueva experiencia musical en el mainstage tras la actuación que había dado al frente de Hexvessel en la primera jornada, y que por desgracia me perdí al ser un show tan temprano. Así que esta nueva ocasión de ver al guitarrista y cantante presentando en primicia este proyecto musical encargado para la ocasión era casi una obligación. La historia estaba titulada “Music for Gloaming: A Nocturne by the Hexvessel Folk Assembly” y la interpretaron con toda la pasión que supone estrenar algo sabiendo que nadie conoce lo que va a ocurrir. Me pareció un ingenio de este talentoso músico, bien acompañado con una interesante formación dada a las estructuras oscuras, guitarreras y que paseaban por los sonidos sostenidos con muy buena continuidad a esta desconocida pero llamativa trama. Me fui de allí entusiasmado.
Con HOME FRONT llegaría una nueva sorpresa musical y escénica. Su cantante salió con tal intensidad dando pataditas al aire de forma tan continuada durante el primer tema, aparentemente sin tener aspecto de ser un atleta, que lo primero que pensé fue que no llegaba al final del partido con esa enérgica actitud. Podríamos decir que estábamos ante el resurgimiento de un grupo moderno haciendo cortes clásicos de la new wave de resonancia post punk… ¿y esto de primera es llamativo? Pues en los tiempos que corren para mí, la verdad es que no. Pero después de verlos estaba claro que cuentan con ese gancho y que merecía la pena tenerlos en cuenta, aunque no aportaran nada fresco al ambiente.
Y llegamos al caos grind, hardcore, punk…de DEAF CLUB, otra de las aventuras paralelas de Justin Pearson (The Locust, Dead Cross) procedente de Los Angeles. Temas muy rápidos, cortos hechos de forma caótica, con ese orden que exige un guión que tiene que protagonizar una película taquillera. Otra de las buenas sensaciones que me llevé en la presente jornada.
La formación estadounidense de death metal BLOOD INCANTATION iba a tocar por primera vez en el festival, y lo haría con dos conciertos musicalmente puestos en distintas órbitas. Esta noche era la hora de poner a prueba su evolución musical con ese experimento grabado en estudio bajo el nombre de “Timewave Zero”, y que mostraba a toda la banda alrededor de sus sintetizadores para dar vida entre una atmósferas de rayos laser y sonidos sacados de las consolas de sus teclados, consiguiendo hacernos viajar por un largo momento de forma sensitiva. Si no sabías a lo que venías esta noche, el shock podía ser tremendo, aquí ni estaban sus instrumentos habituales, ni había nada de death metal. Fue una actuación para palpar con otros órganos, más allá de los del oído. Escuchar esta música en tu casa puede ser relajado y fascinante, pero tener la posibilidad de ver cómo se iba creando en vivo con toda la inercia visual fue algo, me atrevería a decir, irrepetible.
En la crónica del día anterior del jueves ya hablé de INTER ARMA, y os conté que tuve ocasión de conocerlos en el festival en la edición de 2017 quedándome enganchado con ellos. Así que volver a entregarme a su causa se tornaba un acontecimiento que no había que perderse. Tras la actuación que ofrecieron el día anterior centrada en su último trabajo “New Heaven”, era el turno de ir directamente a las entrañas de la banda, haciendo temas más conocidos, algunos lo suficientemente largos para que su desarrollo en directo mostraran unos cambios musicales llenos de detalles a nivel instrumental, y contundencia vocal.
DOOL volvían de nuevo al festival ocho años después, con toda su evolución y unas hechuras que han ido creando a fuerza de convincentes espectáculos, convirtiéndose en una banda diría que casi imprescindible para buena parte de público que allí se congregaba. Los holandeses venían haciendo de forma íntegra su último álbum “The Shape of Fluidity”, un disco que gira en torno a temas de cambio personal, cambio físico, cambio psicológico y básicamente paseando las letras por el mundo que nos rodea en un constante cambio. Así que fue muy apreciado que tuvieran el detalle de dejarnos ser participes de la interpretación tan pasional, personal y aún virginal, de su sonido entre hipnótico y psicodélico, y que nos hizo poner toda la concentración en la actualidad que traía su tercer disco de estudio.
Los neoyorquinos COUCH SLUT actuarían al día siguiente, pero este viernes también fueron programados como uno de los inesperados “secret shows” que tanto gustan a los roadburners del lugar. ¡Y vaya si fueros impactantes! Ya de por sí se comportan de forma extrema en directo con un sonido grind noise que se anda con pocos vaciles, pues va directo a la yugular. La pista de Skate que los acogía para esta ocasión convertida en escenario daría lugar a que su cantante Megan Osztrosits se integrara entre el público y terminara autolesionándose a golpes de micrófono en su cabeza, provocándola una brecha sangrante para ambientar aún más la parafernalia agresiva y subversiva de la que presumen.
Los solapes de actuaciones me impidieron ver integro el concierto de ROYAL THUNDER con ese epicentro sonoro y visual situado en su bajista y cantante MIny Parsonz. Por suerte el día anterior también tuve ocasión de disfrutar de una dosis más amplia. En esta ocasión el protagonista era “Rebuilding The Mountain”, un trabajo lleno de emociones que basan en sus movidas, en una historia de recuperación y su consecuente salida hacia delante tras caer al vacío de las adicciones y estar en el borde de tirarlo todo por la borda. La firmeza de la banda y el impecable talento musical se juntaron en lo que seguro fue uno de los acontecimientos destacados del día.
Y para combinar cosas fuera de lugar, que observamos también de forma muy agradecida, una parejita procedente de Los Angeles, PATRIARCHY, en donde los juegos lascivos a ritmo de dark rock iban teniendo lugar sobre el escenario mientras fluían riffs de guitarra y voces caóticas por parte de la rubia peligrosa Actually Huizenga, así como percusiones con malabares por parte de “The Drummer”. Un descubrimiento para mi, aunque aún no sé hasta que punto de trascendente de cara al futuro más inmediato, pero os aseguro que me hicieron pasar un rato muy entretenido con su performance fuera de lugar, a pesar de que tuvieron notables problemas con el escaso equipo que utilizaron para hacer sonar voces, samplers y percusiones. De hecho el batería sólo llevaba dos baquetas y perdió una en directo, así que tuvo que parar el show para buscarla porque no podía continuar. Finalmente prosiguió hasta el final a medio gas y con una sola baqueta intentando lograr el mismo resultado que si tuviera ambas, aunque no dejaría ya de utilizar también el enfoque de los dos ojos de forma continuada para intentar localizar por el escenario el paradero de un objeto que nunca apareció.
Texto y fotos: Raúl “Mister Virus” García