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Crónica KRISTONFEST 2022. Sala Mon, Madrid (14/05/22)

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El esperado Kristonfest 2022 dividido en dos fines de semana cerraba su último tramo con una buena ensalada de sonidos oscilantes entre el stoner y el rock psicodélico. Si en su primer fin de semana la apuesta había sido por Atavismo, Slift y Witchcraft, para esta ocasión el turno le correspondía por orden de aparición a Slomosa, Stöner, MaidaVale e Earthless.

No son tiempos sencillos estos, los de intentar mantener un festival que se pueda realizar temporalmente con seña de identidad propia. El caso de Kristonfest, superando como tantos otros eventos el parón de la pandemia, volvió a ver como la siembra cosechaba sus frutos, a pesar de coincidir en Madrid con un gran número de eventos dispersos por la ciudad, fiestas de San Isidro incluidas con espectáculos al aire libre gratuitos anunciados con anterioridad.

Aprovechando uno de los cambios entre bandas, le preguntaba a un espectador llamado Tomás, que ronda cerca de cumplir los 60 años, que por qué hacía body surfing a su edad jugándose el tipo y la salud al ser manteado en este sarao tan particular, y me decía que un festival como éste, en dónde estaban los “padres del los sonidos desérticos” le animaban a ello, porque la música que le había tocado vivir y disfrutar en su generación no le había generado estos impulsos que descubrió con Kyuss y Queen Of The Stone Age ya a una edad avanzada. ¡Está bien, esa es una de las claves para entender Kristonfest! ¡Impulsos, adrenalina, calidad y el acercamiento a unos estilos sonoros que están por todos los sitios en eventos de Europa y aquí no siempre los tenemos reunidos tan cerca!

La comunión y el reencuentro de algunos asistentes veteranos fieles a este evento y las nuevas caras que no perdieron la oportunidad de venir por primera vez a este festival, se aunaron y transmitieron desde el minuto primero esa energía a los noruegos SLOMOSA, quienes salieron a escena con esos riffs llenos de músculo e influencias a los nombres mencionados. Su stoner con tendencia fuzz hizo posible que los adictos que tenían en frente corearan parte de las canciones de su trabajo homónimo, al que dedicaron parte de su tiempo. Así se fueron desarrollando bailes con cierta inquietud en lo que era un comienzo de jornada de tinte frenético, porque resulta que en la sala Mon, el tiempo no se detiene, y los horarios hay que cumplirlos, para que a la hora estipulada el evento termine y el recinto elegido como sede para este Kristonfest, siga con otra cosa  manteniendo así el funcionamiento de su negocio. Algo que a mi particularmente no me gusta que sea tan estricto, pero seguro que menos a las bandas que están sujetas a estas situaciones, y qué decir del organizador que tiene que lidiar para que los horarios se cumplan a costa de ver reducidos en otros grupos su tiempo de actuación si algo no cuadro en el tiempo.

Con la llegada de STÖNER existía máxima expectación, por distintos motivos, el primero era que aunque son interesantes los temas que se han creado para esta nueva aventura en estudio, no me terminan de sonar tan contundentes haciéndolos algo carentes de solided en estudio. Y la otra era tener delante en el bajo a Nick Oliveri y al guitarrista Brank Bjork (ambos repartiéndose las voces de cada tema), junto al batería Ryan Güt , conocido por tocar junto a Bjork en los directo de sus proyectos en solitario. Quienes ya hemos visto en distintos momentos y situaciones algunas de sus actuaciones en cualquiera de sus facetas no siempre todo ha cuajado o sonado compactado. Aquí la cosa estaba muy medida, y macerada. Sonaron contundentes, realzaron los temas de su último trabajo en estudio haciendo de esa producción algo anodina que poco tuviera que ver, gracias al realce en este directo. Mientras se iban repartiendo de una manera rápida las composiciones hechas para la ocasión, tuvieron un rato para dejar que Nick Oliveri punkarreara a su manera y finalmente cerraron con Kyuss para enloquecer a un público que tuvo tal vez incluso lo que no esperaba.

 

Se me hizo extremadamente corto el show de la formación sueca MAIDAVALE. Bebiendo de los posos de las fuentes que mantuvieron sus caudales décadas atrás, sentando huella en los sonidos de la psicodelia de los años sesenta, ellas entremezclaron su sonido con capas experimentales y lo convirtieron en muy poco tiempo en un set que te metía en un túnel del tiempo en donde las atmósferas se iban generando a medida que los bailes ye-yes de su cantante Matilda Roth iban solidificando el viaje. Su directo con ese continuo vaivén dentro de esa espiral que te hacía envolver entre lo antiguo hecho en tiempos modernos fue realmente motivador.

 

Y EARTHLESS llegaban de nuevo a Madrid con la celebración de dos décadas solidas gracias a su sonido instrumental, que ya desde hace tiempo incorpora historias sonoras cantadas, dándole un tinte rompedor a los conciertos de Isaiah Mitchell y su guitarra de riff infinito, en compañía del bajista Mike Eginton y el batería Mario Rubalcaba. La banda de San Diego es una ejecución de jam session en continuo movimiento. Desde que los descubriera en su debido momento, en ocasiones los he disfrutado en directo, como posiblemente fruto de mi cansancio me han llegado a aburrir en alguna ocasión. En esta ocasión se presentaban abriendo con los temas más recientes creados en estudio como improvisaciones buscadas, para ser alineadas en sus directos con un doble efecto de cambios in crescendo que se fueron desarrollando con la lentitud conocida para luego tomar unos impulsos rompedores de los que hacen mella. Fabuloso este reencuentro con el sonido psicodélico del muchacho del riff infinito. La extensión de las dos partes de “Night Parade Of One Hundred Demons” tuvo mucho dinamismo. La psicodelia japonesa de antaño cobró vida igualmente con la versión del tema “Stoned Out Of My Mind” de Speed, Glue & Shinki utilizando para la ocasión Isaiah también las cuerdas vocales, que no dudó en rematar con más partes cantadas, falsete incluido, al enlazar con otra versión, la del tema “Cherry Red” de los ingleses The Groundhogs. Resumiendo, que tuvimos un poco de todo con un dinamismo resolutivo.

Ahora ya lo que queda es esperar cómo será la próxima edición del Kristonfest, con ganas de repetir, según disfrutado lo visto, y esperar que quienes no pudieron asistir por miedos pandémicos y otras dudas mundanas tengan claro, que en este tipo de encuentros se invierte en cultura sobre seguro.

Texto, fotos y vídeos: Raúl “Mister Virus” García

 

Publicado el 23 de mayo, 2022
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